Carta a una Amable Desconocida
Villa Devoto, 23 de marzo de 1945
Hijita: le debo yo una carta y las gracias por la agenda, que necesitaba. Aquí la tengo delante, llena de cosas que tengo que hacer este curso, y que por supuesto, no haré sino a medias.
Su carta me llegó como un rocío en momento que estaba un poco agostado. No soy digno de confesarla y me impongo una penitencia al no hacerlo.
Su cita de Sócrates la voy a aprovechar para un artículo. Por desgracia no sólo se aplica a Cabildo sino también a mí personalmente. Estoy perseguido de fuera y dentro de casa; y los golpes de dentro de casa son los peores. “Inimici hominis domestici eius”[1]. Estoy mucho menos perseguido que Jesucristo, San Ignacio y San Francisco Javier, por supuesto. Pero bastante para mis fuerzas.
Por favor, no me haga hablar del nacionalismo, sino de religión. El Provincial dice que yo me meto en política; y a mí la política me repele físicamente. El Provincial no conoce la política ni por las tapas, lo mismo que no me conoce a mí. Pero los hombres adultos hirsutos y caprichosos que hacen política ‒esa actividad indispensable de una nación, y propia del varón adulto‒ tienen alma y yo soy amigo de algunos de ellos. Y esa actividad debe ser informada por la religión, como toda actividad humana (y más que otras) para que no se pudra. Y el mandato pesado de informarla de religión aquí en la Argentina me lo ha dado Dios a mí, y no al Provincial. Esto es lo que no puede entender el desdichado. Lo llamo así (Dios me perdone) porque me está haciendo actualmente daño; y todo el que hace daño al prójimo, aunque sea sin querer, es un desdichado. La dicha grande en este mundo es hacer bien, lo cual no es posible sino en unión con la voluntad de Dios.
Tengo que decir el 29 un sermón y el 30 dos en Santa Ana (Villa del Parque) y todavía no hice una palabra. Ando con un dolor en los riñones que no sé qué es. En vacaciones tuve que ir a Córdoba a ver un hermano enfermo, y me enfermé de gripe. Tengo a mi madre gravemente enferma y con dolores atroces. Tengo montañas de pruebas que corregir y trabajo que despachar. Por eso me alegro cuando Durañona me anuncia que Cabildo re-saldrá… pero despacio. Con otro nombre (Tribuna) y quizá un poco amansado, Torres y Militis Militorum[2].
No puede Ud. ser mi sobrina adoptiva. Mis sobrinas adoptivas son hijas naturales, abandonadas por sus padres, muy pobres, que yo pongo en un Asilo y voy a ver cada quince días ‒porque tengo la idea vaga, probablemente heterodoxa, de que las monjas solas no bastan para educar niñas, sino que debe haber un varón de vez en cuando que las vea, las bese y les hable de política. Ayer mi sobrina Teresa María (Fernández, de 9 años) me armó un lío muy gracioso pretendiendo que le explicase la guerra. Como entendió que la guerra consistía en que los hombres se maten a montones, preguntó: “¿Y los vigilantes?” Le contesté que los vigilantes eran justamente los que más mataban y que todos los hombres jóvenes se volvían vigilantes. La dejé enteramente extraviada, desbaratada toda su filosofía de la vida, porque ella creía que los vigilantes, su misión era impedir que los hombres se matasen. Hay que contarle esto al Ministro Teisaire, vigilante de la Argentina, terriblemente empeñado en que la Argentina entre en la guerra.
Me gusta muchísimo la carrera que ha elegido, tan pulcra y seria como Ud. Hágala despacio sin cansarse. Las dos grandes bellas artes son la Arquitectura y la Poesía, las que dejan cosas duraderas, de las cuales las otras cinco son auxiliares. El arquitecto tiene la misión de levantar templos dignos en que dentro resuene la Palabra Divina. Hoy día los templos son feos y dentro resuena raramente la Palabra: por eso el mundo está agostado y atontado.
Por si no la conoce, le envío la carta de despedida de Cabildo, que me aseguran formalmente gente bien enterada que ha servido en algo para evitar la declaración de guerra… hasta ahora. Aunque tengo en nada la gloria que dan los hombres, pudiera ser que el día de mañana (si esta época y esta nación que vivimos tienen mañana) los manuales de historia argentina digan:
“En 1945 la Argentina estuvo a punto de entrar en la guerra mundial, y caer por ende como Méjico debajo de la dominación protestante y prepotente del Norte. Evitó esta contingencia, gracias al esfuerzo un poco alocado de un grupo de hombres oscuros, entre los cuales hubo un religioso, cuyo nombre no se conoce, que murió poco después en un manicomio, se cree que a causa del trato que recibió de los Superiores”.
Bueno. Esto es imaginación no más. Si no hubiera Dios podría llegar a ser verdad. Pero habiendo Providencia, no va a suceder; y hasta es posible que yo los vuelva locos a mis Superiores. Locos de amor de Dios, que es lo único que les deseo, como lo deseo para mí. Y si Ud. me permite, y no tiene miedo de perder la vida para ganarla en Cristo, también a Ud., amable desconocida.
[1] “[Serán] enemigos del hombre los de su propia casa” (Mt. 10, 36).
[2] Seudónimo de Castellani.
